23 de mayo de 2012
Victoria, acompañada por un representante del Equipo Argentino de antropología Forense, Carlos Somigliana y Estela de Carlotto, leyó una carta para brindar detalles sobre el hallazgo de su padre y lo que esta restitución de identidad significa para ella.
(Carta)
“La verdad alumbra lo que perdura”
En primer lugar quiero agradecerles a todas y todos por acompañarnos en un día muy importante para los que buscamos la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Queremos compartir con ustedes, y con todos los argentinos y argentinas, que gracias al trabajo inclaudicable del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) hemos recuperado los restos de mi papá, Roque “Toti” Orlando Montenegro, que al momento de su desaparición tenía tan solo 20 años.
El 5 de julio de 2000 fui restituida por la búsqueda de Abuelas. Me costó varios años asumir mi identidad y tratar de acomodar mi historia. Mi apropiador me había dicho, en relación a mis padres, que habían sido “abatidos” en un enfrentamiento que tuvo lugar en William Morris el 13 de febrero de 1976.
Sin embargo, la única verdad es la que aportó la investigación realizada por el EAAF que confirmó que estuvieron secuestrados durante varios meses y que mi papá fue víctima de los vuelos de la muerte. En otras palabras, el operativo que nos secuestró fue anterior al 24 de marzo, confirmando que hubo un plan sistemático anterior al golpe de Estado.
En lo personal siento que no existe una palabra para definir tantos sentimientos encontrados. Por un lado, el dolor de conocer el destino final de mi papá y saber que tuvo que pasar por situaciones que creía ajenas a él. Y por otro, tener este sentimiento de paz que únicamente da la verdad.
Y hay una idea que siempre está presente: la de milagro.
Quizás sea un milagro esto que se da en la búsqueda de las Abuelas.
Fueron ellas las que con una muestra de sangre de mi familia lograron encontrarme a 2.000 kilómetros de mi verdadero hogar.
Y también es un milagro que el EAAF, con una gota de mi sangre, haya logrado identificar los restos de mi papá que estaban en Uruguay desde mayo del ´76.
Por todo esto pienso que antes que el espanto de lo que nos pasó, está la fuerza del milagro. Y todo cobra otro sentido.
Porque la lucha de las Abuelas y de los organismos; el trabajo del EAAF y el compromiso de tantas personas anónimas, permitieron devolverle la dignidad a mi papá, y que dejara de ser un NN en una tumba en las costas de Uruguay.
Porque 36 años atrás mi papá tenía solamente 20 años y fue un Estado genocida el que lo tiró al mar desde un avión. Y pienso en que mi hijo mayor tiene la misma edad que su abuelo, y estoy agradecida de que sea el mismo Estado argentino, pero esta vez conducido por personas comprometidas, el que tiene como uno de sus pilares la defensa y promoción irrestricta de los derechos humanos, el que permite que mis hijos, los nietos de Toti, puedan levantar con libertad la bandera de la militancia. Más aún, mientras algunos siguen insistiendo con el olvido o con que están “hartos de la dictadura”, nosotros nos hacemos cargo de la historia, por muy dolorosa que sea, y al desenterrar a nuestros seres queridos les devolvemos la dignidad.
Porque quiero trasmitir a aquellos que aun no dieron sangre para identificar a sus familiares, toda la paz que da saber la verdad y poder decidir el destino de los restos de nuestros seres queridos. Porque nos hace mejores, como argentinos, cada vez que podemos identificarlos y cantar con más fuerza “no nos han vencido”.
Mi papá es uno de los “cuerpos” que denuncia Rodolfo Walsh en su Carta Abierta a la Junta Militar y es la prueba cabal en sí mismo del macabro accionar de la última dictadura cívico-militar. Pero por sobre todas las cosas es mi papá. Es el abuelo de mis hijos. Es el hermano de mis tíos. Es al que hace un tiempo atrás empecé a extrañar y es quien de alguna forma, junto al acompañamiento de mi familia, me ayudó y me ayuda a acomodar la verdad, que es la que “alumbra lo que perdura”, lo que seguiremos construyendo.
Muchas gracias a todos por todo.
Victoria Montenegro
23 de mayo de 2012
Fuente: Abuelas
Autor/a: Abuelas
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